A veces, ante tantos hechos lamentables que ocurren en nuestro estado, muchos otros -que también son graves- pasan desapercibidos. Parecerían menores ante la alta tasa de criminalidad y los ineficientes esfuerzos del gobierno para someter a los elementos de sus propias corporaciones; y sin embargo afectan a las personas, les cambian la vida y las obligan a realizar esfuerzos y sacrificios que, de otra forma, no realizarían.
Lo peor de todo es que muchos de estos actos son obra de quienes se dicen nuestros protectores, nuestros guardianes, por ejemplo, los elementos de la Fuerza Única, esa corporación que tanto presume el gobernador de Jalisco.
En una entrega anterior relaté cómo, hace poco más de seis meses, la Fuerza Unica detuvo un auto Mercedes 2016, que trabajaba en Uber Carlos, tras adquirirlo en arrendamiento puro, con un pago de doce mil pesos mensuales.
El motivo fue que “se investigaría”. Una vez “investigado” y sin delito qué perseguir, se depositó en el corralón, en dónde ayer fue entregado al arrendador y al abogado de la arrendadora: golpeado, cristaleado, mordido en sus interiores tal vez por un perro. El caso es que Carlos, además de no percibir dinero del auto por más de tres meses, tuvo que pagar casi 40 mil pesos a la arrendadora, pagar al corralón y ahora ver qué ocurrirá con el auto. Cómo arreglarlo.
Esta pequeña tragedia personal no lo es tanto. En realidad para el joven que adquirió el Mercedes ha sido un grave problema. Sus finanzas están quebradas, su posibilidad de trabajar el auto en Uber está descartada por el momento, y no cuenta con recursos para repararlo y devolverlo a la empresa. Una verdadera tragedia a nivel personal.
Sin embargo, el gobierno sigue presumiendo la Fuerza Única y nos dice que está integrada por elementos honestos que buscan proteger a la ciudadanía.
No ha sido así el caso de Carlos, quien, sin ningún motivo, ha visto cómo la vida se puede transformar, en un minuto, en un camino difícil de transitar.
