Julián Moreno, activista político colombiano y colega de maestría de Miguel Uribe, conversó con MILENIO sobre cómo es vivir bajo amenaza de muerte y ejercer la política en Colombia.
Después de más de 60 días luchando por su vida, Miguel Uribe Turbay, aspirante a la presidencia de Colombia, falleció el 11 de agosto. Con esto, se convirtió en el líder número 97 en ese país a quien el crimen organizado le arrebata la vida en lo que va del 2025, según un reporte de Indepaz.
Miguel Uribe fue atacado el 7 de junio a plena luz del día, rodeado de decenas de personas, recibió una serie de disparos por la espalda que, finalmente, acabaron con su vida. Este es el panorama al que se enfrentan muchos jóvenes que, al igual que Miguel, buscan ejercer la política en Colombia.
Tal es el caso de Julián Moreno, activista político y social de 35 años, quien desde abril, vive con una amenaza de muerte por parte de una célula criminal. Él y Miguel fueron compañeros de grupo de trabajo durante la maestría y a pesar de tener ideologías muy diferentes, los dos tenían algo en común: acabar con los ciclos de violencia en su país.
Julián atravesó una situación muy compleja al recibir una notificación de la Fiscalía General de la Nación, en donde le informaban que un grupo armado en Colombia tenía un plan para acabar con su vida. El activista actualmente está fuera del país por temas académicos, sin embargo, fue en un viaje de visita a Bogotá que recibió la noticia.
Julián ha participado activamente en la política a lo largo de su vida, es economista de profesión, fue alcalde de Suba, localidad en Bogotá, ubicada al noroccidente de la ciudad y actualmente se encuentra cursando su segunda maestría.
“Me fui con el corazón roto y en una dicotomía personal de pensar si todo esto que uno hace realmente vale la pena, si todo lo que a uno lo mueve para luchar por un mejor país, vale la pena”, compartió
El ex alcalde considera que es una enorme paradoja que un país tan biodiverso, tan lleno de vida, esté tan comprometido en ciclos de violencia que pareciera no quisiera superar.
A pesar de vivir con la incertidumbre y el miedo de saber que su vida está en riesgo, comparte que uno de los aprendizajes que adquirió desde muy joven y que lo mantiene con las ganas de seguir adelante es que si no se está conforme con lo que sucede en su país, lo peor que puede hacer es apartarse: “debe existir una nueva ciudadanía que se atreva a hacer política, que lo haga con estas convicciones, que lo haga en democracia”.
Resalta que hay miles de líderes y lideresas en Colombia en territorios mucho más complejos que las ciudades capitales que ejercen su liderazgo social y político que cuentan con amenazas muy serias por parte de diferentes grupos armados y que no cuentan con las facilidades ni tampoco las garantías de salvaguardar sus vidas.
Julián exige al estado colombiano un mayor esfuerzo para salvaguardar la vida de los líderes y lideresas en el país, pues lo único que les queda, según lo comparte, es su voz y sus ganas de querer cambiar las cosas participando en democracia, lo cual, no puede ser sinónimo de perder la vida como desafortunadamente le sucede a muchas personas en el país.
El atentado contra Miguel Uribe llevó a Julián y a millones de colombianos a recordar uno de los episodios más dolorosos en su historia política, donde en la década de los noventa, tres candidatos presidenciales fueron asesinados a manos del narcotráfico encabezado por Pablo Escobar.
“Rechazo y condeno todas las expresiones que quieren politizar el hecho (muerte de Mario Uribe), les falta empatía para entender que cuando atentan contra alguien que está haciendo en democracia el activismo político, lo que está haciendo es matar nuestra democracia”.
El activista está convencido que el único camino que le queda a Colombia es moderar el discurso, buscar aquellas cosas que los unen, como el cese de la violencia y el garantizar que la vida sea sagrada, son temas que deben de unirlos, sea el partido que sea.
Añade que los liderazgos positivos que convocan a rodear un mensaje mucho más orientado al desarme y a confrontar a los grupos criminales, son parte de la solución que puede ayudar al país a salvaguardar muchas vidas.
Reconoce que México, al igual que Colombia, atraviesa un mal momento por todo el recrudecimiento de la violencia a mano de los cárteles, la cual, ha dejado cicatrices muy dolorosas en la historia de ambas naciones.
“Jóvenes, si ustedes no se encargan de cambiar su propio país, nadie va a venir a cambiárselo”, esta frase de Jaime Garzón, periodista colombiano asesinado a balazos en 1999, ha llevado a Julián a seguir adelante en su carrera política.
A pesar de vivir con una amenaza de muerte y perder colegas a manos del crimen, Julián sigue en búsqueda de esa paz, de ese Colombia que valora y cuida la vida, porque si no lo hace, “nadie va a venir a cambiarlo”.
LG