DOMINGA.– Cuando comenzó el asalto a gran escala de Israel en Ciudad de Gaza, Khitam Ayyad huyó de su casa descalza y sin sus pertenencias, y se dirigió a una zona del sur que habían designado “zona humanitaria”. El ejército dijo que se proporcionarían tiendas, alimentos y atención médica a quienes hubiesen huido de los combates en el norte.
Pero cuando Ayyad llegó a la ciudad meridional de Jan Yunis, una de las zonas humanitarias, dijo que la encontró abarrotada de gente desesperada a quien se ofrecía poca ayuda. “Estamos expuestos al sol y al calor”, dijo. No había espacio para construir un refugio, agregó, y “no hay comida ni agua adecuada”.
El ejército israelí ha dicho que su asalto terrestre para tomar el control de la Ciudad de Gaza, que comenzó el 16 de septiembre, es un esfuerzo por derrotar a uno de los últimos bastiones de Hamás que quedan.
Antes de la operación, el ejército dijo que la infraestructura humanitaria en el sur estaba preparada para “el volumen de población que se espera que se desplace desde el norte de Gaza”. Y esta semana, dijo que 780 mil personas habían abandonado la ciudad desde que se emitió una orden de evacuación el 9 de septiembre.

La enorme afluencia de gazatíes al sur ha puesto aún más a prueba los servicios humanitarios que, según los grupos de ayuda, no eran suficientes ni siquiera antes de la llegada de más de miles de personas. Olga Cherevko, vocera de la oficina humanitaria de Naciones Unidas, dijo que había “cientos de personas sentadas a un lado de la carretera con aspecto de estar conmocionadas, sin nada”.
El lunes, el presidente Donald Trump y el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, respaldaron una propuesta para poner fin a la guerra, desencadenada por un ataque dirigido por Hamás contra el sur de Israel en 2023. El plan establecía que se enviaría “toda la ayuda” a Gaza “inmediatamente” una vez que entrara en vigor, pero no estaba claro si Hamás aceptaría el acuerdo.

Los hospitales están desbordados y el agua escasea
La agencia militar israelí que coordina la ayuda a Gaza, COGAT, reiteró que las instalaciones humanitarias en el sur estaban preparadas para las nuevas llegadas. “En consecuencia, se ha incrementado el traslado de alimentos, equipos médicos y suministros para refugios”, dijo COGAT el 25 de septiembre. “Se han tomado medidas respecto al agua y la respuesta médica en el sur de la Franja de Gaza”.
Dos semanas después del inicio de la ofensiva, sin embargo, parecía haber pocos indicios de dicha infraestructura, como lo demostró una visita de un fotógrafo de The New York Times, y según entrevistas realizadas a palestinos y grupos de ayuda humanitaria. Dijeron que las instalaciones distaban mucho de ser suficientes.
“Los hospitales están completamente desbordados”, dijo Cherevko. “La producción de agua está en algunos de los niveles más bajos que jamás hayamos visto. Hay todo tipo de enfermedades”.

Según las agencias de ayuda, desde que comenzó la ofensiva terrestre en Ciudad de Gaza, los esfuerzos para aliviar una crisis humanitaria que empeora en toda Gaza se han sumido en el caos. En el norte, donde cientos de miles siguen refugiados, la entrega de alimentos y ayuda se ha visto interrumpida, afirman las agencias de ayuda.
La oficina humanitaria de la ONU dijo que el ejército israelí cerró el paso fronterizo de Zikim el 12 de septiembre, días antes de que comenzara la operación en Ciudad de Gaza, con lo que cortó un importante punto de entrada de ayuda y mercancías. Cuando se le preguntó por el cierre, el ejército israelí dijo que la entrada de camiones de ayuda estaba “sujeta a consideraciones operativas”.
Naciones Unidas dijo que las autoridades israelíes también habían denegado o impedido aproximadamente la mitad de sus intentos de llevar ayuda del sur al norte de Gaza en las últimas semanas. Esto, dijo Cherevko, había obstaculizado la labor de los comedores comunitarios del norte, lo que significaba que podía preparar aproximadamente un tercio de las comidas que preparaban antes de la ofensiva.
El ejército israelí dijo en un comunicado que las entregas de ayuda del sur al norte se habían “facilitado mediante la coordinación interna” entre el ejército y los grupos de ayuda, y que la entrega de ayuda “continúa de forma permanente”. La ofensiva terrestre de Israel también ha devastado la asistencia sanitaria en el lugar.

La conducta de Israel en esta guerra lo ha aislado internacionalmente
El miércoles, la Cruz Roja dijo que suspendería sus operaciones y trasladaría su personal fuera de la ciudad, días después de que Médicos Sin Fronteras, organización médica benéfica, anunciara una medida similar, con el argumento de que las fuerzas israelíes habían “cercado” sus instalaciones. El fin de semana, Naciones Unidas dijo que los combates habían inutilizado cuatro hospitales del norte durante el último mes.
La conducta de Israel en la guerra, y su efecto sobre los civiles, ha sido ampliamente criticada y ha dejado al país aislado internacionalmente. El mes pasado, una comisión de la ONU que investigaba la guerra dijo que Israel cometía genocidio contra los palestinos, acusación que Israel ha negado.
En agosto, un grupo de expertos en alimentación –respaldado por la ONU– concluyó que la Ciudad de Gaza y sus alrededores sufrían oficialmente hambruna, y que al menos medio millón de personas se enfrentaban a la inanición, la desnutrición aguda y la muerte. Israel ha negado las conclusiones del informe y ha criticado la metodología del grupo.
Los funcionarios israelíes han dicho que dejan entrar suficientes alimentos a Gaza, pero sostienen que son robados o que las agencias de ayuda tienen dificultades para distribuirlos. Naciones Unidas y otros grupos de ayuda afirman que, con frecuencia, Israel niega o retrasa las solicitudes para recoger los suministros que esperan en la frontera y trasladarlos a Gaza de forma segura, entre otros problemas.
La persistente falta de seguridad en toda Gaza también ha dificultado que las agencias de ayuda lleguen a la población.
Antes de la ofensiva, UNICEF enviaba al norte tratamiento especializado para niños desnutridos dos veces por semana, pero desde que comenzó la ofensiva sólo se ha entregado una carga, dijo Tess Ingram, portavoz. Y la semana pasada, Naciones Unidas dijo en un informe que había conseguido hacer llegar un cargamento de tratamiento contra la desnutrición solo para que hombres armados robaran los suministros, que incluían tratamiento suficiente para 2 mil 700 niños.
Naciones Unidas agrega que el 73 por ciento de la ayuda que entró a Gaza en septiembre había sido robada de sus camiones por civiles desesperados o bandas armadas. Parte de esa ayuda robada se vende en mercados locales de todo el territorio a precios inflados.

No hay donde comprar alimentos
En la Ciudad de Gaza, algunos mercados habían permanecido abiertos en los primeros días de la ofensiva terrestre israelí, mientras los vendedores intentaban descargar sus existencias antes de huir. Sin embargo, los residentes dijeron que muchos mercados parecían ahora cerrados o vacíos.
Amani al Hessi, de 40 años, periodista de Al Madina, periódico árabe con sede en Israel, quien se refugiaba en una casa gravemente dañada en Ciudad de Gaza, dijo que en su zona no quedaba ningún lugar donde comprar alimentos. “Ayer fui a lo que solía ser el mercado en Shati pero allí nadie vendía nada”, dijo. “Tenemos comida suficiente para una semana más como mucho”.
Las agencias de ayuda afirman que el ejército israelí parecía no estar preparado para el éxodo de personas que desencadenaría su ofensiva en Ciudad de Gaza.
“¿Hay comida y agua en Al Mawasi? Sí”, dijo la portavoz de UNICEF, al referirse a una de las zonas humanitarias asignadas en el sur. “¿Es suficiente para las personas que están actualmente aquí? No. ¿Será suficiente si llegan cientos de miles de personas más? Desde luego que no”.
Bassem al Qedra, de 43 años, dijo que él y sus hijos durmieron en la calle durante tres días después de huir a Jan Yunis desde Ciudad de Gaza. Dijo que, finalmente, encontró un tramo de arena vacío y pagó a alguien casi 100 dólares para instalar allí una tienda para su familia.
“Sin agua, sin comida, sin dinero”, dijo Al Qedra, quien trabajaba como taxista antes de que su coche quedara destruido en la guerra. “Nadie podía ayudar”.
ASG