El académico y defensor de los derechos humanos, David Pérez Ortiz, fue invitado a formar parte de los equipos que trabajan en la Comisión para el Acceso a la Verdad del Esclarecimiento Histórico y el Impulso a la Justicia de las Violaciones Graves a los Derechos Humanos cometidas de 1965 a 1990.
En entrevista para MILENIO habla sobre la importancia de esta figura y la necesidad de que estos esfuerzos se repliquen en los diferentes estados del país.
¿Qué implica esta comisión?
En resumidas cuentas el concepto es una comisión de la verdad como las hemos conocido en muchas otras partes del mundo y cada una tiene el modelo que necesita la realidad o las condiciones histórico-políticas del país.
Por ejemplo en años recientes tuvimos el gran modelo de la comisión de la verdad de Colombia que todavía está operando y es el mejor diseño reciente que hay.
En este caso en el modelo mexicano, porque las circunstancias son otras, no tenemos algo de ese tipo y sí bastante particular porque es el propio gobierno que decide por iniciativa propia crearla.
Recoge una demanda social de esclarecer qué pasó en el periodo de la Guerra Sucia, donde se incluye 1968 y la respuesta del estado a la disidencia política de los años setenta y que muchas veces fue violenta. También la lucha por la democratización de los ochenta.
Se busca atender una deuda social con las víctimas de este periodo y la tenemos que asumir todos. Es una respuesta ética. Dentro de un estado democrático que haya víctimas de violencia y violaciones de derechos humanos implica esto y tenemos una deuda todos los mexicanos.
Desde mi punto de vista ir al pasado no tiene sentido, si no nos va ayudar a modificar nuestros presentes. En este sentido cobra relevancia una comisión de esta naturaleza porque muchas violaciones de derechos humanos continúan hasta el día de hoy. Los teóricos de la historia nos dicen que esta no es lineal, sino cíclica con avances y retrocesos.
Hoy en 2022 tener una comisión del pasado tiene que ayudarnos a construir nuevos sentidos para el presente y se tiene que traducir en herramientas para atender las problemáticas.
Se creó una fiscalía hace 20 años para investigar movimientos sociales y políticos del pasado, ¿cuál es la diferencia con lo que vemos ahora en la comisión?
Me parece que la diferencia fundamental es la participación ciudadana, es decir, hubo un proceso para elegir a cinco personas expertas e independientes al gobierno para participar en esta comisión de la verdad y esto representa un hito a la fiscalía creada en el 2002.
También cada una de estas personas tiene un equipo de personas independientes que van a participar en el proceso y eso me parece que hay que rescatar de esta experiencia y replicarla en los estados.
¿Cómo se da tu incorporación a uno de estos equipos?
Yo entré a trabajar en uno de los cinco equipos de estas personas por una invitación y voy a contribuir con la investigación. Toda esta comisión de la verdad tiene varios mecanismos. Uno de acceso a la justicia y el que quizá sea el más enfocado a la justicia transicional, además de otro consiste en un mecanismo de búsqueda para quienes fueron desaparecidos en esa época y al día de hoy no se tenga registro.
A las cinco personas expertas se encomienda un mecanismo de esclarecimiento histórico que es básicamente construir un relato basado en los hechos y testimonios que tenemos por escrito en el archivo general de la nación.
El presidente López Obrador se ha comprometido de viva voz a abrir todos los archivos que sean necesarios, incluidos los de la Sedena y algunas corporaciones de seguridad que ya no existen como el antecedente de la Policía Federal, además de los antecedentes orales de familiares y víctimas. Este relato es de cara a la sociedad y no es para el gobierno. Es una realidad que nos debemos.
¿Cuál sería la importancia de este tipo de temas para zonas como el norte del país, donde no se habla mucho de estos pasajes históricos?
Me parece de suma importancia intentar derribar la idea del centralismo, pues parece que todo lo que sucede en la Ciudad de México es México y lo demás no existe.
Las cinco personas expertas en el tema estuvieron ya en lugares como el estado de Chihuahua y salieron muchas cosas, en Coahuila y La Laguna también hubo expresiones de la Guerra Sucia en los ejidos. Creo que lo que tenemos que hacer es aprender de este modelo y replicar este ejercicio en los estados.
En este momento vamos a tener dos comisiones de la verdad al mismo tiempo: la de la Guerra Sucia y la del caso Ayotzinapa, con periodos históricos distintos, pero al mismo tiempo, con la misma problemática.
En Coahuila más tarde o más temprano, los ciudadanos tenemos que impulsar un mecanismo parecido para atender las violaciones graves de derechos en nuestro pasado presente.
Entre 2004 y 2014 vivimos un pico muy alto de violaciones a los derechos humanos y también tenemos derecho a saber qué pasó. No hay ninguna víctima que valga más que la otra y por eso la importancia de construir una cultura de la memoria y el esclarecimiento histórico.
aarp