Cultura

Veinte apuntes sobre el narrador no fiable

Literatura

¿Cómo saber si las historias son enigmas o certezas? El narrador no fiable es un recurso literario que invita a leer entre líneas. Nos obliga a desconfiar de la voz que cuenta la historia y hace de la lectura en un ejercicio crítico.

1. El narrador no fiable, tipificado por el crítico estadounidense Wayne C. Booth en su libro ya clásico The Rhetoric of Fiction (1961), es una de las figuras que más me apasionan dentro de la literatura. Así lo describe Booth: “El narrador no fiable no es una rareza sino más bien un recurso tan común que casi resulta convencional. No obstante, debido a que nuestras tradiciones literarias han asumido con frecuencia al narrador digno de confianza como norma, los lectores pueden sentirse sorprendidos o desconcertados al enfrentarse con la falta de fiabilidad. La verdadera pregunta, entonces, no es si un narrador es fiable sino qué tipo de efectos retóricos se generan a partir de su falta de fiabilidad. Tales narradores suelen ser esenciales para el diseño total de la obra; sus propias limitaciones se convierten en una fuente de ironía, pathos o crítica, invitando al lector a participar activamente en la construcción del significado al juzgar, interpretar e incluso corregir la versión del narrador”.

2. Si bien es cierto que en La vida de Lazarillo de Tormes y El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha se localiza ya el esbozo del narrador no fiable, para mí esta figura cobra auténtica nitidez hasta el siglo dieciocho con Tristram Shandy (1759) de Laurence Sterne para luego sentar sus reales en la ficción durante el siglo diecinueve. Memorias póstumas de Blas Cubas (1881), de Joaquim Maria Machado de Assis, sigue fielmente el ejemplo de Sterne.

3. A mi juicio, el primer ejemplo perfectamente definido de narrador no fiable es la institutriz sin nombre de Otra vuelta de tuerca (1898) de Henry James, quien sin embargo ya había coqueteado con este dispositivo diez años antes en Los papeles de Aspern (1888). “Hablar de fantasmas —he señalado en un ensayo sobre James— es hablar de suplantación, de una fascinante especie de impostura: tanto por ellos (lo intangible que usurpa el lugar de lo tangible) como por aquellos ante quienes se manifiestan (lo tangible que habita fugazmente los dominios de lo intangible). Aunque palpable también en Los papeles de Aspern y La figura de la alfombra (1896), la imagen del narrador como impostor o intruso —el voyeur que busca apoderarse de toda la escena con tan sólo atisbar un fragmento a través de las cortinas entreabiertas del relato— brilla con especial fulgor en Otra vuelta de tuerca”.

4. A partir de Henry James, maestro del relato ambiguo —hay que pensar también en La bestia en la jungla (1903), la novela breve llevada al cine de modo genial por Bertrand Bonello en 2023—, el narrador no fiable fue cobrando una relevancia cada vez mayor en la literatura. El siglo veinte lo refinó, detallando sus contornos aunque estos se presten indefectiblemente a la difuminación y la indeterminación.

5. El género policiaco echó mano del narrador no fiable para lograr evolucionar. Un ejemplo extraordinario es El asesinato de Roger Ackroyd (1926) de Agatha Christie, cuya resolución es un golpe verdaderamente visionario. Julian Symons, otro célebre novelista policial, admitió que este libro marcó un antes y un después en la llamada Edad de Oro del género y afirmó: “Con El asesinato de Roger Ackroyd, [Christie] convirtió el relato de detectives en un gran rompecabezas y le dio un giro que nadie se había atrevido a usar antes”.

6. ¿Cuál podríamos decir que es el rasgo primordial del narrador no fiable? Hablar en primera persona para ofrecer una visión oblicua, parcial, sesgada, de los sucesos relatados. Y todavía más: el narrador no fiable es un narrador idiosincrásico por naturaleza. De ahí lo problemático que resulta su desempeño literario.

7. En El guardián entre el centeno (1951) y Lolita (1955), J. D. Salinger y Vladimir Nabokov ahondaron en la problematización del narrador no fiable. El autor ruso lo elevó a un nivel aún más complejo en Pálido fuego (1962), obra maestra proyectada como el cuerpo de una mariposa con las alas extendidas y citada como referencia en Blade Runner 2049 (2017) de Denis Villeneuve.

8. La voz que da título a Jakob von Gunten (1909), una de las obras mayores de Robert Walser y gran influencia en Franz Kafka, es la de un narrador no fiable a la manera del Holden Caulfield de El guardián entre el centeno de J. D. Salinger.

9. Es imperdonable que los recuentos de narradores no fiables se olviden de dos novelas clave de Shirley Jackson y Christopher Priest: Siempre hemos vivido en el castillo (1962) y La afirmación (1981), respectivamente. Ambas son obras que continúan con dignidad el legado de Henry James.

10. Otra novela de Christopher Priest que lidia con el narrador no fiable aunque de una forma enteramente inusitada es El glamour (1984), un artefacto literario que reflexiona sobre el modo en que se construye y deconstruye la ficción a partir de versiones encontradas de la misma historia. “El objetivo último de El glamour —indico en un ensayo consagrado a este libro— es la puesta en escena de un punto de vista, un mecanismo literario: el narrador omnisciente. Un narrador que para justificar su invisibilidad se hace de varios aliados: Madame Blavatsky, teósofa y espiritista; la secta ninja del Japón medieval; Aleister Crowley; Edward Bulwer-Lytton, el autor de Los últimos días de Pompeya (1834). Un narrador que se crea un doble protagónico, Richard Grey, para tener un ‘ojo adicional’ que le permita instalarse cómodamente en el anonimato. Un narrador que describe la invisibilidad como ‘la incapacidad de creer en uno mismo, una falta de identidad’, y que se describe en los siguientes términos: ‘Yo no soy Niall; Niall es una versión de mí; una vez más no tengo nombre. Yo soy sólo yo.’ ¿Habrá que decir entonces que Niall, esa presencia que conocemos únicamente por alusión, ese escritor convencido de que ‘nadie leía los manuscritos que enviaba a los editores’ y de que ‘aun cuando la obra fuera publicada, nadie se daría cuenta de la existencia de los libros impresos ni los compraría’, es el verdadero narrador? En lo absoluto: lo que El glamour intenta y consigue con creces es efectuar una puesta en abismo. Niall no es más que el disfraz, el ‘ojo adicional’ diseñado por Christopher Priest para merodear por el orbe de sus personajes sin ser notado”.

11. Javier Marías, traductor de Tristram Shandy y devoto de Henry James, a quien dedica una de sus fabulosas Vidas escritas (1992), se volvió un avezado explorador del narrador no fiable. El inicio de Corazón tan blanco (1992), su séptima novela, es uno de los principios más poderosos de la literatura en lengua española: “No he querido saber, pero he sabido que una de las niñas, cuando ya no era niña y no hacía mucho que había regresado de su viaje de bodas, entró en el cuarto de baño, se puso frente al espejo, se abrió la blusa, se quitó el sostén y se buscó el corazón con la punta de la pistola de su propio padre, que estaba en el comedor con parte de la familia y tres invitados”. Es importante subrayar que no todos los narradores en primera persona son por fuerza narradores no fiables.

12. Hay que tener muy en cuenta dos clásicos contemporáneos del narrador no fiable: Psicópata americano (1991), de Bret Easton Ellis, y El club de la pelea (1996), de Chuck Palahniuk. El segundo es sumamente interesante porque no da nombre al narrador, convirtiéndolo así en pura voz narrativa. Ambos libros han sido trasladados al cine: el primero por Mary Harron en 2000, el segundo por David Fincher en 1999. El filme de Fincher ha trascendido el tiempo para transformarse en una influyente obra generacional.

13. En Expiación (2001), una de sus novelas más importantes llevada al cine con habilidad por Joe Wright en 2007, Ian McEwan despliega uno de los narradores no fiables más eficaces y singulares de la literatura contemporánea: Briony Tallis. La niña que escribe para comprender el mundo termina escribiendo para corregirlo, y en esa doble operación narrativa borra y reescribe los hechos con una pluma temblorosa de culpa. Al estilo de un dios menor, Briony manipula la realidad desde el privilegio del lenguaje, concediendo una redención inasequible a los amantes separados por su mentira. Pero lo que parece reparación es por el contrario condena: al descubrir la ficción dentro de la ficción, el lector queda atrapado en la paradoja de una verdad que sólo existe en el artificio. Ian McEwan no cuestiona exclusivamente la confiabilidad del narrador: subvierte la confianza en la literatura misma, ese pacto tácito entre autor y lector, esa “voluntaria suspensión de la incredulidad” preconizada en 1817 por Samuel Taylor Coleridge, para recordar que toda historia es una zona de ambigüedad, un acto de expiación imposible.

14. Entre los escritores de las nuevas generaciones, Iain Reid ha demostrado ser un experto en el manejo del narrador no fiable en las tres novelas que ha publicado hasta hoy: Estoy pensando en dejarlo (2016), Foe (2018) y Dispersión (2022). Reid ha sabido construir una obra que, sin adherirse por completo a las convenciones del horror o el thriller psicológico, tiene su herramienta más eficaz en el extrañamiento cotidiano. En Estoy pensando en dejarlo está el pensamiento como amenaza; en Foe, la suplantación como desencadenante de lo ilusorio; en Dispersión, la vejez como territorio movedizo, como si el paso del tiempo fuera menos un avance lineal que una desaparición paulatina del suelo que se pisa. En Iain Reid lo weird deja de ser una estética para trocarse en una ética del desconcierto.

15. Desde Nuestros días serán infinitos (2015), su portentoso debut novelístico, Claire Fuller se ha afianzado de manera quizá un tanto secreta como una de las narradoras más propositivas del panorama británico actual y como una conocedora profunda del arte del narrador no fiable. En Swimming Lessons (2017), su segunda novela, aborda con pericia la noción de que toda pareja es un acertijo por resolver para crear una obra bella, dolorosa y perfecta que apela en parte a las cartas que una mujer oculta en libros pertenecientes a su esposo antes de desaparecer en una nube de misterio. Naranjas amargas (2018), su tercera novela, es una radiografía soberbia de la locura y el deseo reprimido que reformula la historia de fantasmas a la Henry James para convertirla en una indagación de los engranajes psíquicos del trauma y el acto de narrar/mentir. Tierra inestable (2021), su cuarta novela, retrata la marginación rural y el quebranto familiar en un microcosmos conformado por dos mellizos que deben sobrellevar la muerte súbita de la madre en una casona antigua y apartada de la civilización en medio de la campiña inglesa. Por su parte, La memoria de los animales (2023), su quinta y más reciente novela, constituye un tour de force cargado de una belleza lacerante y lleno de giros sagazmente resueltos que recorre los vericuetos del duelo y la memoria en un escenario pospandémico. Cada libro de Claire Fuller es un evento digno de celebración: estamos ante una autora siempre dispuesta a expandir sus horizontes narrativos.

16. La muerte en sus manos (2020), cuarta novela de Ottessa Moshfegh, es no sólo un libro imprescindible por los riesgos que corre sino una magistral puesta en escena del narrador no fiable que depura la propuesta de McGlue (2014), el admirable debut de la autora estadounidense. Una obra oscura y absolutamente fuera de serie que se asume como abierto desafío al lector.

17. En Chevreuse (2021), una de sus novelas más enigmáticas, Patrick Modiano, Premio Nobel de Literatura 2014, da una formidable vuelta de tuerca jamesiana al narrador no fiable al trasladarlo a una tercera persona que no obstante funge como primera en un acto de prestidigitación literaria. Detective proustiano por excelencia, Modiano persiste en su indagación en los meandros de la memoria y el pasado con esta pieza impecable del rompecabezas fantasmal que ha ido concibiendo con seductora precisión.

18. En Blancura, una de sus novelas más recientes, Jon Fosse, Premio Nobel de Literatura 2023, acude a una curiosa modalidad del narrador no fiable para plantear una inquietante experiencia liminal emplazada en un terreno místico donde la luz y sus ilusiones juegan un rol primordial. Si “escribir es como rezar”, según ha dicho el propio autor noruego, entonces Blancura es una suerte de plegaria por la disolución y la trascendencia en la que las repeticiones o ritornellos son fundamentales en la creación de un ánimo invocatorio y litúrgico, como ocurre con mayor potencia en su obra maestra Ales junto a la hoguera (2023).

19. Es obvio que no hay un narrador cien por ciento fiable, incluido el omnisciente. Toda historia se puede contar desde diversos puntos de vista, y este es el núcleo del efecto Rashōmon patentado por Ryūnosuke Akutagawa. Ricardo Piglia, quien tantas aportaciones hizo al estudio de los mecanismos de la ficción, asienta: “El arte de narrar se funda en la lectura equivocada de los signos. Como las artes adivinatorias, la narración descubre un mundo olvidado en unas huellas […] El arte de narrar es el arte de la percepción errada y de la distorsión”.

20. En mi caso he experimentado con el narrador no fiable en un par de capítulos-relatos de La penumbra inconveniente (2001), especialmente en “Frontera”, así como en mis novelas El funeral (2023) y La bruma y el detective (2025) a través de las voces que llevan la batuta de la historia echando mano del género epistolar o diarístico.

AQ

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Mauricio Montiel Figueiras
  • Mauricio Montiel Figueiras
  • (1968) Es narrador, ensayista, editor, traductor y gestor cultural. Entre sus libros más recientes se encuentran Un perro rabioso. Noticias desde la depresión (2021) y Las sirenas vuelven a cantar (2022).
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