La terapia es un procedimiento que ayuda a los seres humanos a alcanzar una condición óptima de vida, ya sea física o mental. Muchas de las veces se someten a estos tratamientos de forma voluntaria bajo la supervisión de especialistas; pero hay ocasiones que no es necesario la intervención de alguien, de un medicamento o una cirugía, sino que la realización de una simple actividad puede servir de puente para canalizar las frustraciones y el estrés, tal ha sido el caso del futbol, que se convirtió en un aliciente para los niños de la Casa Hogar Guadalajara.
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El número de trofeos en sus vitrinas es tan solo un indicador del avance que han tenido en sus tratamientos. Un procedimiento que lleva en Casa Hogar más de 15 años, cuando un profesor del Centro Universitario de Ciencias Exactas e Ingenierías (CUCEI), de la Universidad de Guadalajara (UdeG), les empezó a mostrar torneos importantes. Desde entonces, la mala energía que llevaban desde sus casas, las emociones que los aquejaban y los altibajos, poco a poco fueron contrarrestados con el poder de una circunferencia hecha de cuero de entre 68 y 70 centímetros.
“Les ayuda mucho expresar por medio del deporte sus sentimientos, sus emociones. Ellos son un collage (...) Ellos traen muchas energías. Entonces es necesaria la actividad física para que saque todo eso que les está obstruyendo esas emociones contenidas y por medio del deporte los niños la fluyen”, indicó la directora de Casa Hogar, Maritza Alejandra Esqueda Hernández, quien ha estado al frente del instituto el año más reciente.
Hasta la fecha, la Casa Hogar de Guadalajara cuenta con alrededor de 30 niños y se sustenta de los donativos de bienhechores y benefactores, que son empáticos a la causa. La mayoría de los menores provienen de familias de escasos recursos, y los demás grupos de familias uniparentales, o en su defecto, completamente huérfanos.
Todas las semanas tienen actividades de todo tipo, pero lo que más disfrutan es cuando salen a patear una pelota a los parques. Y lo más importante de todo es que lo hacen, en ocasiones, bajo la supervisión de estudiantes de la Licenciatura de Cultura Física y Deporte, a manera de su servicio social.
Esa válvula de escape ha sido fundamental para la familia Guzmán Mendoza. Noemí, una madre soltera de cuatro hijos, ha vivido muchas situaciones adversas; su trabajo la ha forzado a dividir a su familia todas las semanas, para que pueda llevar pan a su mesa.
Tiene a dos de sus hijos en internados, uno de ellos en la Casa Hogar, por lo que es difícil encontrar un espacio durante la semana para que pueda convivir con ellos. Sin embargo, el futbol ha servido como adhesivo para mantener viva esa comunión con sus cuatro hijos, pues considera que no solo los ayuda a canalizar sus emociones negativas, sino que ha mejorado su comunicación y su confianza.
“Pienso que todos los niños les gusta que uno juegue con ellos como adulto, como mamá porque siento que ellos se sienten parte dé, entonces yo en mi casa trato de jugar con ellos, siento que se ha ce más fuerte la confianza, que me tengan la confianza a lo mejor de decirme un problema, un detalle, o algo, o simplemente algo que quieran platicar, siento que ya jugando ellos se dan cuenta que yo estoy ahí, que no todo el tiempo estoy trabajando, que no todo el tiempo estoy pensando en qué van a vestir, qué van a comer, que estoy ahí cuando ellos me ocupan”, dijo.
Es muy poco el tiempo que pasan en familia, o al menos los cinco juntos, pero es un hecho de que siempre procuran encontrar un espacio para realizar su actividad favorita, y que los motiva, no solo en futbol, sino a superarse día con día: “Yo lo veo como una inversión. Yo entre más tiempo paso con ellos siento que es mejor, ellos más confiados o más confianza me agarran y más seguros de ellos se sienten (...) Jugar con ellos, siento como que nuestros lazos como familia se unen más, se hacen más fuertes”.
Pese al talento que demuestran los menores, que los ha llevado a ganar diversos campeonatos en los últimos años, no es el objetivo final de la actividad, o al menos no en Casa Hogar; y es que en diferentes oportunidades que han salido a jugar y que acontece un conflicto entre ellos, se les ha indicado que lo más importante es divertirse en conjunto, y es por eso que “a veces hasta me equivoco a propósito o meto un autogol o algo y me río para que vean ellos que no hay problema si pierden, no es lo importante, y en cuanto se empiezan a enojar o a quererse pelear o algo, lo que yo les digo ‘oye, estamos jugando, diviértete, vamos perdiendo, no importa, es un juego, el punto de esto es que te diviertas, si el juego te va a estresar más de lo que te va a dar de diversión entonces siéntate’”, narró Isabel Martínez, colaboradora de la Casa Hogar.
Durante años, el balompié ha servido como vínculo para defender y apoyar las diversas luchas sociales; ahora, hay una en Casa Hogar que repite un modelo social que ayuda a los niños a tener cada vez más una mejor calidad de vida. Y eso se ha visto reflejado con el seguimiento que le han dado a cada uno de los niños, una vez que concluyen su estancia.
MC
