Ciencia y Salud

La Marcha por la Ciencia

  • La ciencia por gusto
  • La Marcha por la Ciencia
  • Martín Bonfil Olivera

Vivimos, a escala global, tiempos difíciles. No solo por la llegada al poder de un energúmeno como Donald Trump, que es una catástrofe en sí misma, sino por el resurgimiento de vicios humanos que creíamos superados.

Son vicios como el racismo que fomenta la división y la estigmatización de grupos humanos basados en su color de piel, religión u origen étnico; como la homofobia, la misoginia, el machismo, y tantas formas de discriminación que consideran que hay seres humanos superiores. También como el pensamiento anticientífico, que niega la evidencia respecto a fenómenos bien estudiados y conocidos y fomenta el comportamiento irracional que daña a nuestras sociedades y a la naturaleza, así como los regímenes autoritarios, que con base en ideologías políticas, religiosas o económicas gobiernan vulnerando los derechos de sus ciudadanos.

La influencia de Estados Unidos en el mundo es grande y las decisiones que toma su presidente en materia de política, ciencia, migración y diplomacia afectan no solo a los estadunidenses, sino al mundo entero.

Muchas de las pésimas decisiones que Trump ha tomado tienen que ver con la ciencia, como hemos comentado en este espacio. Decisiones como negar la realidad del cambio climático ocasionado por el ser humano; como el cambio de políticas en oficinas del gobierno federal relacionadas con la ciencia, la tecnología, la salud y el ambiente; como su apoyo a ideas carentes de sustento como el movimiento antivacunas y tantos otros agravios.

Desde fines de enero, un grupo creciente de científicos estadunidenses comenzó a organizar en Washington una gran Marcha por la Ciencia. El propósito de esa manifestación es “defender una ciencia sólidamente financiada y comunicada al público como un pilar de la libertad y la prosperidad humanas”, en un movimiento “diverso, no partidista, que aboga por una ciencia que promueva el bien común” y exige que los gobernantes y legisladores “establezcan políticas basadas en evidencia para el interés público”.

A partir del lanzamiento de la convocatoria, numerosas asociaciones científicas estadunidenses fueron sumándose, hasta llegar aproximadamente a 100, pero también comenzaron a organizarse “marchas satélite” que hasta el momento suman 514 en 52 países. En México hay cuatro registradas oficialmente: una en Ciudad de México y otras en Guadalajara, San Luis Potosí e Irapuato. Llama la atención que no haya una en Monterrey, una de las tres principales ciudades del país… y descorazona el bajo número de ciudades que participarán.

No se trata de marchas políticas o partidarias. Se trata de defender el valor de la ciencia como forma de ver el mundo, de obtener información confiable sobre él y de aplicar el conocimiento obtenido para tomar decisiones racionales en beneficio de la humanidad y el planeta. También se trata no solo de combatir las decisiones de Trump, sino de mostrar que la ciencia es indispensable para el bienestar y desarrollo de sociedades modernas y democráticas.

Las decisiones de personas como Trump, que ponen su ideología y creencias por encima de la ciencia y el conocimiento, nos ponen en riesgo a todos. Por eso vale la pena asistir este sábado 22 a las 4:00 pm, a la Marcha por la Ciencia. En Ciudad de México la ruta partirá del Ángel de la Independencia y llegará al Zócalo. ¡No falte!.

[email protected]/Dirección General de Divulgación/de la Ciencia, UNAM

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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