¿Existe un destierro voluntario? El peligro, la guerra, la pobreza hacen que el espíritu de conservación, agudice los sentidos para preservar lo más valioso que posee el hombre-mujer de cualquier pedazo de universo: la vida.
El exilio español causó revuelo en nuestro territorio, surcado de apariencias. Maestros, científicos, literatos, obreros vinieron a un comienzo y a un final, a la añoranza y al ensueño, como una jaula su corazón abatido se fue llenando de aves rotas que con el tiempo curaron sus heridas.
Indiscutible su influencia intelectual para nuestra patria. ¿Y la visión mexicana de estudiantes, maestros, científicos de ese momento? Sara García Iglesias escribe “Exilio” en 1957, novela que refleja la emigración con una visión polifónica, nativos, expatriados, mujeres intelectuales, dialogan, se miran, logran una comunicación a pesar de los conflictos de adaptación, y que sus rasgos de pertenencia a un sitio, familia, pensamiento, están en crisis.
Las historias fluyen paralelas: el campo, la capital, la clínica, el hastío, la tradición, los prejuicios como rieles del ferrocarril avanzan y el lector va con ellos prendido al paisaje del trópico, a los ríos, a las confrontaciones existenciales de los personajes. Hasta llegar finalmente unidas a la gran estación que es el amor, el tiempo, la paz, la sanación para los sin patria. La Huasteca, con sus grandes brazos, da una relativa estabilidad a uno de sus personajes centrales.
El texto muestra la multiplicidad de lo extranjero como un espejo de indefinición, sus vivencias, el vacío, también es mirarse para reflejar, el aislamiento intelectual de una mujer, que necesita encontrar vasos comunicantes para su lucidez.
Sara García Iglesias fue la primera presidenta municipal de Ozuluama, gracias a su influencia logró que la carretera nacional pasara por su tierra. En lo literario escribió tres novelas, “El jagüay de las ruinas”, con el que recibió el premio Miguel Lanz Duret, que hicieron película; “Isabel Moctezuma” y “Exilio”. La puerta está abierta para ir con ella a una experiencia de lectura viva, cercana, memorable.
Un abrazo poético para todos los lectores de Dolores Castro; ahora desde su estrella nos cantará su dulce canción. Gracias, querida poeta y maestra. Carpe diem. _