Por: Javier Breña Sánchez
Ilustración: Belén García Monroy, cortesía de Nexos
Sería ingenuo, y muy absurdo, que habiendo descubierto apenas la punta del iceberg de lo que significa la educación en línea, haya escuelas o sistemas educativos que no estén pensando ya en cómo van a integrarla como parte consustancial a su quehacer cotidiano. Por el lado del sector público, el programa La escuela en casa ha resultado insuficiente, en el mejor de los casos, y llanamente mediocre si tuviéramos que acercarnos a una mejor definición de lo que se ha logrado en la realidad. ¿Contamos con datos al respecto? La imposibilidad de llevar a cabo mediciones fiables de lo que las niñas y los niños han aprendido desde el mes de marzo de 2020 es innegable; desconocemos la medida en la que la pandemia está haciendo estragos en el desarrollo de la niñez en todos los ámbitos: cognitivo, socio-afectivo, físico, emocional. Desde luego, algo estarán aprendiendo las y los estudiantes, pero ¿qué es eso?, ¿gracias a qué variables?, ¿qué elementos de la enseñanza en línea, si acaso algunos, están haciendo la diferencia?