En un verdadero ejemplo de lucha se ha convertido doña Flora Sánchez Badillo, quien a sus 84 años de edad es una trabajadora activa, pero no cualquier trabajadora, ella es despicadora de camarón, labor que realiza desde que ella tenía diez años de edad y que le ha dado muchas satisfacciones.

El paso de los años no solo se refleja en su rostro, también su andar lento sobre las calles de la colonia Morelos, un lugar que la acogió desde pequeña y le dio la oportunidad de ganar sus primeros pesos en la vida y más tarde sacar adelante a su familia.
Doña Flora y su hija se han visto afectadas por la veda de camarón
Sentada sobre una banqueta de una tienda de autoservicio espera a su hija tras acudir por una despensa otorgada por el Gobierno de Tamaulipas, precisamente a ellas, a las que luchan día a día y que se ven afectadas por la veda del camarón.
Su mirada se pierde en el horizonte, se le ve pensativa, tal vez recordando cada lucha que enfrentó durante más de 70 años de trabajo.
“Toda mi vida he sido despicadora, tenía 10 años. Yo tenía un patrón con el que trabajé 26 años, entonces me salí de trabajar con él de su empresa, pero hasta hoy me sigue cuidando, es un patrón muy bueno”, dice mientras se escapa una ligera sonrisa.
Las ganas de salir adelante no se detienen
Madre soltera, se acompaña de su hija con quien mantiene las ganas de seguir adelante sin parar a pesar del paso de los años. “Seguimos con ganas porque no tengo quien me mantenga, vivo con mi hija, ella también es despicadora, pero ella ahorita anda muy malita de sus manos porque como es blanquita, es muy delicada de su piel. Es que despica camarón con cabeza y se pica uno las manos, esos traen como “cocumes” (espinas muy finas), pero son como un alambrito pero muy pequeño que viene entre el camarón y se pica uno los dedos, aunque luego nos acostumbramos”.
Con la despensa en su carrito de mandado que, entre otras cosas contiene: azúcar, frijol, arroz, harina de trigo y de maíz, dice que son más de cuatro meses sin trabajar y para ellas es el único ingreso que tienen pues solo viven del pago diario donde perciben poco más de 200 pesos diarios por ocho horas cuando no hay veda.
“La despensa para algo va a servir. Hay cosas que uno no consume por ejemplo la harina para tortillas, pero porque uno busca las tortillas ya hechas, por las prisas. Si en el momento está cerrada la tortillería o por equis razón no hay, ahí hay para hacerlas calientitas, recién hechas".
Un trabajo personalmente gratificante
Se siente orgullosa porque sabe que el camarón que despica, llega directo a los restaurantes en donde únicamente lo sirven para degustar, y ahí va su trabajo que por horas realiza en una de las despicadoras de la colonia Morelos de Tampico.
“Vivimos de esto. Es una bonita labor. A veces entramos a las siete y media de la mañana, y cuando está bien, que hay mucho producto salimos a las 9 de la noche para aprovechar bien”.
La noche empieza a caer, doña Flora toma su carrito donde acarrea la despensa, camina despacio para dirigirse a su hogar, tal y como ha tomado su prolongada vida.
JETL