Ha llegado al Foro Lucerna La niña, la barca y el canario, una obra que invita a la reflexión desde la fantasía de una pequeña que es forzada a abandonar su hogar.
Sus protagonistas, Verónica Langer, María Penella y Patricia Loranca, hablaron con MILENIO sobre los retos de realizar este entrañable montaje que sigue la aventura de una niña que, acompañada de su canario, debe dejar su hogar y buscar uno nuevo aventurándose al océano.

Penella reflexiona sobre el trasfondo de la historia alrededor de la fragilidad y delicadeza de los niños, así como el lugar que obtienen en las guerras como inocentes.
“La niña y el canario son dos criaturas, una más frágil que la otra, y la barca es como el sostén que las acompaña, también representada como la abuela, que a su vez personifica a quienes estuvieron antes de nosotros y que ya no están”, opina.

Patricia Loranca agrega al significado de la barca como “un símbolo de migrar, la oportunidad de avanzar para buscar un nuevo hogar”.
Por su parte, Verónica Langer explicó que el proceso para dar vida a los personajes fue en conjunto durante el montaje y no de forma individual, siempre bajo la puntual dirección de Mauricio García Lozano para entrar en la fantasía que exige la obra.
“Es una historia que aparentemente suena muy sencilla, pero que en realidad es bastante compleja. No es para nada un lenguaje realista, también su tono narrativo hace que no sea tan sencillo. Costó encontrar la convención que pide la obra para contar la historia, pero lo hemos logrado”, comenta Verónica.
Y es que toda la historia es vista desde la perspectiva de la niña, interpretada por Patricia, quien para su personaje aclaró no buscar infantilizarse, sino buscar la fragilidad del personaje como adulta.
“El reto que yo tuve fue recordarme de niña, encontrar esos pequeños atisbos de miedo, de fragilidad, ahí encontré un huequito para empezar a entenderme y decir: ‘Voy a actuar como la adulta que soy, que tiene más posibilidades de quebrarse’. Explorar esa fragilidad en mí ahora, en esos lugares que quizás de adulta no me permito y no solo de fragilidad, también esas explosiones de alegría”, revela Patricia.

María, quien personifica al canario, trabajó en asumir la corporalidad del diminuto animal, sumado a que la narración la deben hacer en conjunto como una misma.
“Tener el ritmo de un canarito, la anatomía de uno, con los ojos que tienen a los lados, el pico, las plumas, dos patitas que no van un pie seguido del otro sino brincando. Entonces fueron esas diferencias para adaptar mi cuerpo a esa fiscalidad el mayor reto. A la par que no canta, no ve, no camina bien”, comparte María.
“Pero luego estar dentro de la convención ha sino muy retador, porque la narración es hacia el frente, tenemos que estar cercanas en la escucha, ser una misma al contar la historia, pero físicamente estamos muy separadas en el escenario”, agrega.
Las actrices aseguran que el drama que cuenta la historia ha conmovido a todo aquel que ha visto la puesta en escena, pues incluso su asistente lloró en todos los ensayos por la crudeza de la historia que deja a la audiencia con cuestionamientos.
“Hay mucha gente que llora durante la obra, se conmueven y creo que ese es el sentido de la obra. Que toquemos la temática, una muy relevante en este momento. Que podamos tocar el corazón de la gente y llevarlos a reflexionar tantito, vivirlo un momento. El teatro no es una clase ni una conferencia, es simplemente poner las cartas sobre la mesa”, declara Verónica Langer.
CLAVES
El Foro Lucerna se ubica en Lucerna 64, colonia Juárez, en CdMx.
La niña, la barca y el canario se presenta los viernes a las 20:30 horas, los sábados a las 19:15 y domingo a las 18:15, hasta el 14 de septiembre.
La obra tiene una duración de 90 minutos y el boleto un costo de $400 pesos.
Aún clasificada como una obra de teatro para toda la familia, “La niña, la barca y el canario” invita a la audiencia a reflexionar sobre temas complicados. Las actrices invitan al público a no subestimar el entendimiento de los niños, pues están convencidas de que ellos pueden lidiar con las preguntas que lanza la representación dramática.
“¿De dónde sacan tanta fuerza los niños? Es una pregunta que creo no tiene una respuesta tan fácil. También se abre la pregunta sobre el otro, ¿cómo me siento con el otro? Abre la pregunta de la empatía. ¿Qué haría yo en esa circunstancia? ¿Cuál es mi postura frente a la migración?”, ejemplifica María.