Daniel Mordzinski siempre anda corriendo cuando me lo encuentro en algún Hay Festival; es incansable, con su omnipresente boina y sonrisa, buscando alguna idea loca para sus fotos, un estilo que se ha llamado “Fotinski”, donde es capaz de todo, como se puede ver en la exposición fotográfica Diez años del Hay Festival Querétaro en la mirada de Daniel Mordzinski en la Alameda Hidalgo de la ciudad de Querétaro hasta el 30 de septiembre.

“Pocas personas han seguido tan de cerca la evolución de la literatura iberoamericana en los últimos 30 años como Daniel Mordzinski. Porque ha leído con pasión los libros que se han escrito en esta región del mundo y porque ha fotografiado a sus autores, a veces en sus países, y más a menudo en esa capital de la literatura iberoamericana que es París”, decía Mario Vargas Llosa de su amigo.
Durante más de 30 años, Daniel Mordzinski (Argentina, 1960) siguió y fotografió a Mario Vargas Llosa (1936-2025), así forjaron una amistad, al grado de que en el día más importante en la vida del escritor peruano, cuando le entregaron el Premio Nobel, él estuvo ahí.

Vargas Llosa: el escribidor y la vida (Planeta) es un testimonio visual, con imágenes en Arequipa, Madrid, París, Estocolmo y Lima, así como en los espacios de intimidad compartida con familia y amigos.
¿Tenías una gran amistad con Mario Vargas Llosa?
En esta época de chovinismo, de sentimientos sobreactuados, desconfío también de los profesionales, de la amistad con grandes escritores. Conservemos un poco de humildad, es importante no estar reivindicando, pero me llena de orgullo y de felicidad haber compartido 33 años de encuentros, de abrazos con Mario Vargas Llosa, siempre ha sido muy generoso conmigo. Mario es, me cuesta conjugarlo en pasado, Mario es y seguirá siendo, porque yo creo que mientras continuamos leyendo a un escritor, gracias a sus libros, nunca muere.

¿Cuándo lo conociste?
En 1992, en Saint Rémy de Provence, una ciudad francesa, le hice unas fotografías; era un festival de cine. Él había ganado un galardón por el conjunto de su obra; ningún lector hubiera podido imaginar desde el 92 la gran cantidad de novelas que nos regalaría. Perdona que salte de un tema a otro, pero yo siempre creí que un gran escritor es aquel que tiene una gran novela; hay muchos que no tienen ninguna, pero Mario tiene muchas y es increíble.
¿En qué momento se volvieron buenos amigos?
Fue un año después, en otro festival, en la ciudad de Biarritz, donde le pedí posada. Me di cuenta de que ese gran caballero, tan educado, le tenía horror al ridículo y, cuando tienes humor, como en mi caso en su fotografía, la frontera entre el ridículo y el humor es muy fina. En esos años, Mario me llegó a decir varias veces que no le tomara fotos. Pero pasaron los años, aprendimos a conocernos, nació una hermosa amistad y desde entonces ya entendió que nunca lo iba a traicionar, que no hacía trampa y por eso hay fotos que se han vuelto emblemáticas de Mario.
Una de las más famosas es la de él leyendo bajo las sábanas.
Él lo cuenta en El pez en el agua, en su autobiografía, que es un libro maravilloso. Se quedaba por las noches leyendo y su mamá le decía: “Ya, Mario, apaga la luz”. Y él se metía bajo las sábanas y se escondía leyendo con una linterna; no conseguí una, lo hice con una vela cuando improvisé la foto.
¿Estuviste en el momento más importante de su vida?
Estoy en el Gran Hotel, donde están todos los que van a recibir el Premio Nobel, no solamente el de literatura. Y escucho que alguien de la fundación se acerca a Patricia y le dice que mañana va a venir el sastre para ayudar a vestirse a Mario y pienso: “Tengo que estar ahí, porque siento que es una situación con un fuerte potencial visual”. Se lo comento a Patricia y me responde: “No, Daniel, háblalo directamente con Mario, yo no me meto”. Entonces le digo a Mario, se queda pensando y antes de escucharle decir un no o un sí, agrego: “Como un torero, Mario”, y a él le gustaba la tauromaquia, donde hay una tradición de vestir al torero de luces y entonces me dice: ‘¡Hagámoslas!’”

¿Cómo fue el momento de la foto que ilustra la portada del libro?
Él va de espaldas, yéndose, pero se lo reconoce totalmente. Sí, es muy bonita, lo digo con humildad, como si no fuera hecha por mí. La tomé en 2022 en Madrid, en el marco de un festival que se llama Centroamérica Cuenta, que organiza el escritor Sergio Ramírez.
¿Cuántas fotos hay del día que recibió el Nobel?
Tres o cuatro, pero una de mis favoritas es una foto muy traviesa, que curiosamente no tomé yo. Cuando terminó la sesión con el sastre y Mario sale a recibir el Nobel, le digo: “Mario, no tenemos ninguna foto juntos, hagámonos una”. En esa época era analógico, tenía dos cámaras, y le pasó una segunda a alguien y Mario sale tomándome la foto y yo diciendo que no; es la que cierra el libro.
¿Tuviste acceso total a él?
Sí, hay muchas fotos familiares, con sus hijos, con sus nietos; hay una foto con Isabel Preysler, que es una foto potentísima. Casi todas son inéditas porque también era para proteger la intimidad. Sé que el libro pronto llegará a México.
Una centena de imágenes
Mario Vargas Llosa fue uno de los autores que apoyó a Daniel Mordisnki cuando una persona en Le Monde de París tiró sus negativos a la basura, eran más de 50 mil imágenes. El escritor publicó un texto sobre tal atrocidad, un hecho que el entrevistado guarda con cariño pero en el que no quiere hablar más, solo dice: “Mario siempre fue un caballero”.
‘Vargas Llosa: el escribidor y la vida’ incluye alrededor de 100 fotos, desde 1992 hasta la última que Daniel Mordzinski pudo tomarle y que ilustra la portada del libro.

jk