Más Cultura

Narciso Contreras: “El fotoperiodismo se alimenta de imágenes trágicas”

El fotógrafo mexicano, ganador del Pulitzer en 2013 por su trabajo de la guerra en Siria, recibió el premio Carmignac para financiar su proyecto sobre los migrantes y el tráfico de personas en Libia


La Fundación Carmignac, gran mecenas del arte contemporáneo, creó en 2009 un premio de fotoperiodismo con el propósito de apoyar y promover un proyecto de investigación efectuado en territorios o países de libertad restringida. En ediciones anteriores han sido cubiertos Irán, Chechenia, Zimbabue y Gaza. Para la séptima edición, la región escogida fue Libia y el ganador fue el fotoperiodista mexicano Narciso Contreras, avecindado en Estocolmo y ganador del Premio Pulitzer en 2013 por su cobertura de la guerra en Siria.

A unos días de que se inicie el salón de fotografía más importante del mundo, el Paris Photo, este joven fotoperiodista luce ya exhausto por la nutrida agenda que un reportero freelance debe acometer. No es el mismo desgaste que se vive en las trincheras, pero su efecto es similar. De febrero a junio de 2016, Contreras se internó en Libia para elucidar esta historia. Su trabajo, Libye, plaque tournante du trafic humain (Libia: placa giratoria del tráfico humano) se exhibió en el Hôtel de l’Industrie, barrio de Saint Germain, hasta este 13 de noviembre, y ahora viaja a la Saatchi Gallery de Londres. Es en este recinto donde el también colaborador de importantes agencias mundiales nos refiere sus impresiones.

¿Cuándo y por qué decidiste hacer fotoperiodismo?

La fotografía que me interesa entra en esta categoría. Yo quería contar historias. He buscado comprender ciertos aspectos y la fotografía te permite tener un acercamiento muy íntimo con las cosas, las personas y contextos. Fotoperiodismo es una forma de llamar a este ámbito de trabajo, una plataforma de relaciones, de voces, de miradas. Mi interés por contar esas historias, mi interés por relatar parte de lo que yo experimento, pero fundamentalmente mi interés por aprehender lo que estoy viendo y compartirlo con otras personas, es lo que busco hacer con mi trabajo. Concretamente surgió cuando estuve estudiando en la Escuela Activa de Fotografía, antes de dejar el país en 2008.

El séptimo premio de la Fundación Carmignac tuvo como tema Libia, país del que se habla poco desde que cayó Gadafi. ¿Cómo es la dinámica de este premio?

Hay un jurado que revisa una serie de proyectos y selecciona uno. A este proyecto se le otorga el financiamiento para desarrollar el tema. Solo hasta seis meses después, durante el festival Visa pour l’image (Visa para la imagen) en Perpignan, se anuncia al proyecto ganador, mismo que se mantuvo en secreto durante ese lapso por cuestiones de seguridad, confidencialidad y desarrollo. Es decir, que cuando se anuncia quien ganó, el proyecto ya está hecho. Después se procede a la edición de un libro y a la preparación de una exposición.

En su obra 'La gran migración', Hans Magnus Enzensberger plantea que “la humanidad siempre está en movimiento, invadiendo o huyendo por razones diversas, de manera pacífica o violenta, en una circulación parecida a la turbulencia”. ¿Cómo es este fenómeno en Libia?

Mi proyecto comprendía el desplazamiento masivo de comunidades en el mundo, que vivimos actualmente. No es solamente Libia, sino que es el capítulo de Libia, un capítulo que ahí comienza y que intentaré seguir documentando en África y en su momento también en América Latina y otros espacios, porque es un fenómeno global. En términos de mi trabajo, es un primer capítulo; el proyecto de documentación sería por los siguientes cinco o 10 años.

¿Es la miseria humana fotogénica?

Lo es. El fotoperiodismo, desde el primer momento hasta hoy, se ha alimentado de estas imágenes trágicas, icónicas de la miseria humana. Lo que vemos en el desarrollo del discurso fotoperiodístico es la reproducción de esta imagen una y otra vez. Esto se ha vuelto fastidioso, pero sigue siendo recurrente. Por ejemplo, la fotografía de la portada del libro. Es una imagen cliché que cualquiera esperaría encontrar en un tema de esta naturaleza. El editor, curador y miembro importante del proyecto, Patrick Baz, con quien trabajé desde el inicio hasta ahora, se negaba a utilizar esa fotografía, pero ésa terminó por ser la foto referente del proyecto. Esta fotografía de las manos es un cliché, unas manos tras las rejas de una prisión, y ese es el punto: es un ícono recurrente en el discurso fotoperiodístico. En función del contexto y la narrativa, las imágenes pueden funcionar o no. Habitualmente, la fotografía que se hace desde occidente recurre a este tipo de imágenes icónicas. Pero desde otros espacios las cosas pueden ser diferentes. En Latinoamérica, por ejemplo, hay fotógrafos que han estado explorando otras posibilidades con resultados interesantes.

Previo a tu viaje tenías una hipótesis: que los migrantes, al entrar a Libia, quedaban atrapados en el fuego cruzado de la guerra civil. ¿A qué conclusión llegaste? ¿Qué es lo que el mundo no sabe de ese país?

Lo que se presenta en la exposición es que Libia es un mercado de personas. Libia no es el punto de tránsito solamente, sino un destino de tráfico. Hay una red muy sofisticada de tráfico que involucra redes criminales en África y Europa, muy bien organizadas y coordinadas, que están vinculadas con las milicias libias en el poder. La corrupción y la burocracia son parte del ambiente natural de un país que esta completamente fuera de control: sin instituciones, gobierno ni autoridades. Al inicio del proyecto no era claro para mí el tema del tráfico humano hasta que, luego de varios meses de trabajo de campo, surgió el tema. La corrupción y la burocracia no permitían avanzar, pero tampoco dejaban ver lo que en realidad acontecía.

¿Logran salir los migrantes de este ciclo vicioso?

No es tan fácil describir el fenómeno como entrada-venta-liberación de los migrantes, pues involucra muchos niveles de tráfico, no es un contexto simple. He visto que algunos logran salir debido a relaciones diplomáticas, otros mediante el pago de un rescate pedido por las milicias libias, y otros escapan recurriendo a la fuerza, cuando un grupo se organiza y logra rebelarse para huir.

En este proyecto se percibe que la burocracia estatal es parte del sistema de tráfico de migrantes y que su trabajo es en realidad entorpecer todo trámite.

Así es. Vengo de México, conozco la burocracia, conozco bien lo difícil que es transitar y lidiar con los problemas burocráticos, pero Libia me exprimió toda la energía. En algún punto del proyecto sentí que regresaba con las manos vacías. No había avance. La burocracia y la corrupción son un cáncer muy profundo en esa región.

¿Sientes que hubo algo que faltó, algo que hubieras querido fotografiar y no pudiste?

Un punto que yo propuse, un punto fuerte para el proyecto, era ir al sur, al desierto, la región Tebu y Tuareg, donde el conflicto tribal es el contexto de la migración. Esa parte aún está pendiente.

México es como tantos otros países, donde la migración y la violencia están presentes. ¿Consideras que está suficientemente cubierto el tema o hay aspectos que no se han tocado?

En México hace falta mucho por documentar, y es muy peligroso de hacerlo. Te juegas la vida. Tengo proyectos y me encantaría volver.

¿Cuál ha sido la situación más peligrosa que has enfrentado como fotoperiodista?

Cubrir una guerra y estar bajo la mirada de un francotirador. Especialmente en Siria, los bombardeos han sido lo más terrible. Hubo un par de veces en las que sentí que era el fin del camino.

Hablando de cuestiones propiamente del oficio ¿qué tanto influye el aspecto técnico para conseguir un buen fotorreportaje?

Si tienes un buen equipo no tienes que preocuparte demasiado en este sentido. Una buena cámara siempre te resolverá los problemas básicos. Trabajo con un equipo Canon desde que estudié fotografía, no por otra cosa sino porque me acostumbré. El tema de los equipos es una cuestión de gusto. En general, las marcas funcionan casi exactamente igual. Depende más bien de qué se ajusta a ti, con cuál te acomodas. Este proyecto lo trabajé de una manera clásica en términos de fotoperiodismo, a la vieja escuela. Con un lente fijo de 50 mm, uno 16-35 mm (aunque usé más la óptica de 35 mm), un telefoto para eventos inesperados y llevé además un equipo de video, el cual no utilicé por la dificultad de cubrir el tema. Yo esperaba tener tiempo y posibilidades de hacer video, pero fue imposible.

Google news logo
Síguenos en
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.