Más de 70 por ciento de las estrellas de nuestra galaxia coexiste en pareja; es decir, giran una alrededor de la otra, con un centro de masa común, ya sea por un periodo de horas, días, décadas, y hasta cientos de años, explicó Juan Echevarría, investigador del Instituto de Astronomía de la UNAM.
“Su existencia ha despertado la imaginación humana, acostumbrada a la presencia de un lucero solitario como el Sol”, añadió. Aunque a simple vista algunos astros parecen estar muy próximos entre sí, solo mediante la observación con telescopios puede afirmarse si realmente forman un sistema binario.
Un criterio básico para clasificarlas es dividirlas en dos grupos: binarias separadas y las interactivas. El primero se caracteriza porque aunque sus componentes están ligados por la fuerza de la gravitación, la distancia entre ellas es suficientemente grande para que no ocurra un intercambio de materia, una interacción física importante.
En el segundo, las componentes están tan cercanas que hay un intercambio de materia y, adicionalmente, una interacción de su radiación luminosa, que afecta su comportamiento. De acuerdo con el investigador, este hecho altera la evolución estelar de cada una de ellas.
Características
Estas estrellas fueron descritas por su observación visual fotométrica o espectroscópica, por ello se han catalogado estos sistemas en dobles aparentes, visuales y sistemas astrométricos, entre otros.
Las binarias aparentes son astros dobles visuales, es decir, que en el cielo se ven muy próximos entre sí, pero no se encuentran a la misma distancia. Su cercanía es tan solo un defecto de proyección.
Las visuales son parejas que se observan muy cercanas, que no solo se encuentran a la misma distancia, sino que también están “amarradas” por la fuerza de gravitación entre ellas. Es decir, ambas giran alrededor de un centro de masa común.
Vistas al telescopio, las astrométricas parecen ser una sola, pero su naturaleza doble se puede inferir debido a que su movimiento oscilatorio en el cielo revela que la visible está acompañada por otra que no puede verse. Ambas giran alrededor de un centro de masa común; un ejemplo es Sirio.
Cuanto más grande es el telescopio, mayor es su capacidad de revelar detalles más finos o, en el caso de las dobles, de separarlas visualmente. Un ejemplo es Mizar, que conforma la constelación de la Osa Mayor, junto a Alcor, con la que forman una binaria. Ambas tienen un movimiento propio similar, que apunta hacia un sistema ligado gravitacionalmente, pero están a una distancia de tres años luz una de la otra.