Ubicado en el corazón de San Marcos, en Jardín del mismo nombre, guarda un sinfín de leyendas a lo largo de sus 168 metros de largo por 88 de ancho.
Una de ellas la de “El Charro y La Cantante” que cuenta la historia de Gil y Paloma.
Gil era el mejor charro de aquellos tiempos y Paloma era una cantante muy reconocida.
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Un día coincidieron por sus respectivos trabajos, se enamoraron y se casaron. Tuvieron dos hijos, un niño y una niña. Gil adiestró a su hijo en charrería y Paloma enseñó a cantar a su hija, para que siguieran con la tradición de sus progenitores.
Además, en el Jardín de San Marcos también se narran las fábulas de El bolerito, La vendedora de flores, El maletilla, El sereno, El barrendero de Posada, De pinta, El Gallero, Don Fernando Soto y La banca de los pájaros caídos.
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